domingo, 13 de mayo de 2012

Un vistazo a nuestra CIMA


Estos somos nosotros...

Esta es la amistad que construimos juntos...

Te invitamos a acompañarnos en nuestro apostolado y descubrir una nueva forma de acercarte a Dios...

CIMA Piedad...

Más que una CIMA, un grupo de amigos en Cristo...

"María tiene un lugar para ti"




domingo, 10 de abril de 2011





El Vía crucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, que se meditan y contemplan caminando y deteniéndose en las estaciones que, del Pretorio al Calvario, representan los episodios más notables de la Pasión. La difusión del ejercicio del Vía crucis ha estado muy vinculada a la Orden franciscana. Pero no fue San Francisco quien lo instituyó tal como lo conocemos, si bien el Pobrecillo de Asís acentuó y desarrolló grandemente la devoción a la humanidad de Cristo y en particular a los misterios de Belén y del Calvario. San Francisco compuso un Oficio de la Pasión de marcado carácter bíblico, que es como un «vía crucis franciscano», y que rezaba a diario, enmarcando cada hora en una antífona dedicada a la Virgen. Fue la Orden franciscana la que propagó esta devoción. El Vía crucis consta de 14 estaciones, cada una de las cuales se fija en un paso o episodio de la Pasión del Señor. A veces se añade una decimaquinta, dedicada a la resurrección de Cristo. En la práctica de este ejercicio piadoso, las estaciones tienen un núcleo central, expresado en un pasaje del Evangelio o tomado de la devota tradición cristiana, que propone a la meditación y contemplación uno de los momentos importantes de la Pasión de Jesús. Puede seguirle la exposición del acontecimiento propuesto o la predicación sobre el mismo, así como la meditación silenciosa. Ese núcleo central suele ir precedido y seguido de diversas preces y oraciones, según las costumbres y tradiciones de las diferentes regiones o comunidades eclesiales. En la práctica comunitaria del Vía crucis, al principio y al final, y mientas se va de una estación a otra, suelen introducirse cantos adecuados.


EJERCICIO DEL VÍA CRUCIS


Por la señal de la Santa Cruz...


O en su lugar:


En el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Oración inicial: Nosotros, cristianos, somos conscientes de que el vía crucis del Hijo de Dios no fue simplemente el camino hacia el lugar del suplicio. Creemos que cada paso del Condenado, cada gesto o palabra suya, así como lo que vieron e hicieron todos aquellos que tomaron parte en este drama, nos hablan continuamente. En su pasión y en su muerte, Cristo nos revela también la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Participar significa tener parte. Y ¿qué quiere decir tener parte en la cruz de Cristo? Quiere decir experimentar en el Espíritu Santo el amor que esconde tras de sí la cruz de Cristo. Quiere decir reconocer, a la luz de este amor, la propia cruz. Quiere decir cargarla sobre la propia espalda y, movidos cada vez más por este amor, caminar... Caminar a través de la vida, imitando a Aquel que «soportó la cruz sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios» (Hb 12,2).


Pausa de silencio


Oremos: Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo, para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál es el precio de nuestra redención y seamos dignos de participar en los frutos de tu pasión, muerte y resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. [Juan Pablo II]


Primera Estación


JESÚS ES CONDENADO A MUERTE


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi

R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]


«Reo es de muerte», dijeron de Jesús los miembros del Sanedrín, y, como no podían ejecutar a nadie, lo llevaron de la casa de Caifás al Pretorio. Pilato no encontraba razones para condenar a Jesús, e incluso trató de liberarlo, pero, ante la presión amenazante del pueblo instigado por sus jefes: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» pronunció la sentencia que le reclamaban y les entregó a Jesús, después de azotarlo, para que fuera crucificado. Cuántos temas para la reflexión nos ofrecen los padecimientos soportados por Jesús desde el Huerto de los Olivos hasta su condena a muerte: abandono de los suyos, negación de Pedro, flagelación, corona de espinas, vejaciones y desprecios sin medida. Y todo por amor a nosotros, por nuestra conversión y salvación.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Segunda Estación


JESÚS CARGA CON LA CRUZ


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Condenado muerte, Jesús quedó en manos de los soldados del procurador, que lo llevaron consigo al pretorio y, reunida la tropa, hicieron mofa de él. Llegada la hora, le quitaron el manto de púrpura con que lo habían vestido para la burla, le pusieron de nuevo sus ropas, le cargaron la cruz en que había de morir y salieron camino del Calvario para allí crucificarlo. El peso de la cruz es excesivo para las mermadas fuerzas de Jesús, convertido en espectáculo de la chusma y de sus enemigos. No obstante, se abraza a su patíbulo deseoso de cumplir hasta el final la voluntad del Padre: que cargando sobre sí el pecado, las debilidades y flaquezas de todos, los redima. Nosotros, a la vez que contemplamos a Cristo cargado con la cruz, oigamos su voz que nos dice: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame».


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Tercera Estación


JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Nuestro Salvador, debilitado por los sufrimientos físicos y morales que le infligieron aquella noche, en ayunas y sin haber dormido, apenas pudo dar algunos pasos y pronto cayó bajo el peso de la cruz. Se sucedieron los golpes e imprecaciones de los soldados, las risas y expectación del público. Jesús, con toda la fuerza de su voluntad y a empellones, logró levantarse para seguir su camino. Isaías había profetizado de Jesús: «Eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba. Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros». El peso de la cruz nos hace tomar conciencia del peso de nuestros pecados, infidelidades, ingratitudes. Jesús, que nos invita a cargar con nuestra cruz y seguirle, nos enseña que también nosotros podemos caer, y que hemos de comprender a los que caen; ninguno debe quedar postrado; todos hemos de levantarnos con humildad y confianza buscando su ayuda y perdón.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Cuarta Estación


JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


En su camino hacia el Calvario, Jesús va envuelto por una multitud de soldados, jefes judíos, pueblo, gentes de buenos sentimientos. También se encuentra allí María, que no aparta la vista de su Hijo, quien, a su vez, la ha entrevisto en la muchedumbre. Pero llega un momento en que sus miradas se encuentran, la de la Madre que ve al Hijo destrozado, la de Jesús que ve a María triste y afligida, y en cada uno de ellos el dolor se hace mayor al contemplar el dolor del otro, a la vez que ambos se sienten consolados y confortados por el amor y la compasión que se transmiten. Nos es fácil adivinar lo que padecerían Jesús y María pensando en lo que toda buena madre y todo buen hijo sufrirían en semejantes circunstancias. María acompaña a Jesús en su sacrificio y va asumiendo su misión de corredentora.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Quinta Estación


JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Jesús salió del pretorio llevando a cuestas su cruz, camino del Calvario; pero su primera caída puso de manifiesto el agotamiento. Temerosos los soldados de que la víctima sucumbiese antes de hora, pensaron en buscarle un sustituto. Entonces el centurión obligó a un tal Simón de Cirene, que venía del campo y pasaba por allí, a que tomara la cruz sobre sus hombros y la llevara detrás de Jesús. Tal vez Simón tomó la cruz de mala gana y a la fuerza, pero luego, movido por el ejemplo de Cristo y tocado por la gracia, la abrazó con resignación y amor y fue para él y sus hijos el origen de su conversión. El Cireneo ha venido a ser como la imagen viviente de los discípulos de Jesús, que toman su cruz y le siguen. El ejemplo de Simón nos invita a llevar los unos las cargas de los otros, como enseña San Pablo. En los que más sufren hemos de ver a Cristo cargado con la cruz que requiere nuestra ayuda amorosa y desinteresada.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Sexta Estación


LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Dice el profeta Isaías: «No tenía apariencia ni presencia; lo vimos y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no lo tuvimos en cuenta». Es la descripción profética de la figura de Jesús camino del Calvario, con el rostro desfigurado por el sufrimiento, la sangre, los salivazos, el polvo, el sudor. Entonces, una mujer del pueblo, Verónica, se abrió paso entre la muchedumbre llevando un lienzo con el que limpió piadosamente el rostro de Jesús. El Señor, como respuesta de gratitud, le dejó grabada en él su Santa Faz. Nosotros podemos repetir hoy el gesto de la Verónica en el rostro de Cristo que se nos hace presente en tantos hermanos nuestros que comparten de diversas maneras la pasión del Señor, quien nos recuerda: «Lo que hagáis con uno de estos, mis pequeños, conmigo lo hacéis».


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Séptima Estación


JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Jesús había tomado de nuevo la cruz y con ella a cuestas llegó a la cima de la empinada calle que daba a una de las puertas de la ciudad. Allí, extenuado, sin fuerzas, cayó por segunda vez. Faltaba poco para llegar al sitio en que tenía que ser crucificado, y Jesús, empeñado en llevar a cabo hasta la meta los planes de Dios, aún logró reunir fuerzas, levantarse y proseguir su camino. Nada tiene de extraño que Jesús cayera. Este paso nos muestra lo frágil que es la condición humana y que no han de desmoralizarnos las flaquezas ni las caídas cuando seguimos a Cristo cargados con nuestra cruz. Jesús, por los suelos una vez más, no se siente derrotado ni abandona su cometido. Para Él no es tan grave el caer como el no levantarnos. Y pensemos cuántas son las personas que se sienten derrotadas y sin ánimos para reemprender el seguimiento de Cristo, y que la ayuda de una mano amiga podría sacarlas de su postración.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Octava Estación


JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Dice el evangelista San Lucas que a Jesús, camino del Calvario, lo seguía una gran multitud del pueblo; y unas mujeres se dolían y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos» Mientras muchos espectadores se divierten y lanzan insultos contra Jesús, no faltan algunas mujeres que, desafiando las leyes que lo prohibían, tienen el valor de llorar y lamentar la suerte del divino Condenado. Jesús, sin duda, agradeció los buenos sentimientos de aquellas mujeres, y movido del amor a las mismas quiso orientar la nobleza de sus corazones hacia lo más necesario y urgente: la conversión suya y la de sus hijos.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Novena Estación


JESÚS CAE POR TERCERA VEZ


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Una vez llegado al Calvario, en la cercanía inmediata del punto en que iba a ser crucificado, Jesús cayó por tercera vez. Las condiciones en que venía y la continua subida lo habían dejado sin aliento. Había mantenido su decisión de secundar los planes de Dios y así había alcanzado los pies del altar en que había de ser inmolado. Jesús agota sus facultades físicas y psíquicas en el cumplimiento de la voluntad del Padre, hasta llegar a la meta y desplomarse. Nos enseña que hemos de seguirle con la cruz a cuestas por más caídas que se produzcan y hasta entregarnos en las manos del Padre vacíos de nosotros mismos y dispuestos a beber el cáliz que también nosotros hemos de beber.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Décima Estación


JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Ya en el Calvario y antes de crucificar a Jesús, le dieron a beber vino mezclado con mirra; era una piadosa costumbre de los judíos para amortiguar la sensibilidad del que iba a ser ajusticiado. Jesús lo probo pero no quiso beberlo; prefería mantener la plena lucidez y conciencia en los momentos supremos de su sacrificio. Los soldados despojaron a Jesús de sus ropas, incluidas las que estaban pegadas en la carne viva, y se las repartieron. Para Jesús fue sin duda muy doloroso ser así despojado. Y especialmente para su Madre, allí presente, hubo de ser en extremo triste verse privada de aquellas prendas, tal vez labradas por sus manos con maternal solicitud, y que ella habría guardado como recuerdo del Hijo querido.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Undécima Estación


JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


«Y lo crucificaron», dicen escuetamente los evangelistas. Había llegado el momento terrible de la crucifixión, y Jesús fue fijado en la cruz con cuatro clavos de hierro que le taladraban las manos y los pies. Levantaron la cruz en alto y el cuerpo de Cristo quedó entre cielo y tierra, pendiente de los clavos y apoyado en un saliente que había a mitad del palo vertical. En la parte superior de este palo, encima de la cabeza de Jesús, pusieron la causa de la condenación: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». El suplicio de la cruz, además de ser infame, propio de esclavos criminales o de insignes facinerosos, era extremadamente doloroso. El espectáculo mueve a compasión a cualquiera que lo contemple y sea capaz de nobles sentimientos. Pero siempre ha sido difícil entender la locura de la cruz, necedad para el mundo y salvación para el cristiano.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Duodécima Estación


JESÚS MUERE EN LA CRUZ


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Desde la crucifixión hasta la muerte transcurrieron tres largas horas que fueron de mortal agonía para Jesús y de altísimas enseñanzas para nosotros. Desde el principio, muchos de los presentes, incluidas las autoridades religiosas, se desataron en ultrajes y escarnios contra el Crucificado. Poco después ocurrió el episodio del buen ladrón, a quien dijo Jesús: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». San Juan nos refiere otro episodio emocionante: Viendo Jesús a su Madre junto a la cruz y con ella a Juan, dice a su Madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»; luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre»; y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa. Después de esto, nos dice el mismo evangelista, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, dijo: «Tengo sed». Tomó el vinagre que le acercaron, y añadió: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu. A los motivos de meditación que nos ofrece la contemplación de Cristo agonizante en la cruz, lo que hizo y dijo, se añaden los que nos brinda la presencia de María, en la que tendrían un eco muy particular los sufrimientos y la muerte del hijo de sus entrañas.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Decimotercera Estación


JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Para que los cadáveres no quedaran en la cruz al día siguiente, que era un sábado muy solemne para los judíos, éstos rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran; los soldados sólo quebraron las piernas de los otros dos, y a Jesús, que ya había muerto, uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza. Después, José de Arimatea y Nicodemo, discípulos de Jesús se acercaron a la cruz, desclavaron cuidadosa y reverentemente los clavos de las manos y los pies y con todo miramiento lo descolgaron. Al pie de la cruz estaba la Madre, que recibió en sus brazos y puso en su regazo maternal el cuerpo sin vida de su Hijo. Una lanza había atravesado el costado de Cristo, y la espada que anunciara Simeón acabó de atravesar el alma de la María.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Decimocuarta Estación


JESÚS ES SEPULTADO


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


José de Arimatea y Nicodemo tomaron luego el cuerpo de Jesús de los brazos de María y lo envolvieron en una sábana limpia. Cerca de allí tenía José un sepulcro nuevo que había cavado para sí mismo, y en él enterraron a Jesús. Mientras los varones procedían a la sepultura de Cristo, las santas mujeres que solían acompañarlo, y sin duda su Madre, estaban sentadas frente al sepulcro y observaban dónde y cómo quedaba colocado el cuerpo. Después, hicieron rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro, y regresaron todos a Jerusalén. Con la sepultura de Jesús el corazón de su Madre quedaba sumido en tinieblas de tristeza y soledad. Pero en medio de esas tinieblas brillaba la esperanza cierta de que su Hijo resucitaría, como Él mismo había dicho. En todas las situaciones humanas que se asemejen al paso que ahora contemplamos, la fe en la resurrección es el consuelo más firme y profundo que podemos tener.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Decimoquinta Estación


JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS


V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.


Pasado el sábado, María Magdalena y otras piadosas mujeres fueron muy de madrugada al sepulcro. Llegadas allí observaron que la piedra había sido removida. Entraron en el sepulcro y no hallaron el cuerpo del Señor, pero vieron a un ángel que les dijo: «Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí». Poco después llegaron Pedro y Juan, que comprobaron lo que les habían dicho las mujeres. Pronto comenzaron las apariciones de Jesús resucitado. Nadie presenció el momento de la resurrección, pero fueron muchos los que lo vieron resucitado. En los planes salvíficos de Dios, la pasión y muerte de Jesús no tenían como meta y destino el sepulcro, sino la resurrección, en la que definitivamente la vida vence a la muerte, la gracia al pecado, el amor al odio. Como enseña San Pablo, la resurrección de Cristo es nuestra resurrección, y si hemos resucitado con Cristo hemos de vivir según la nueva condición de hijos de Dios que hemos recibido en el bautismo.


Padrenuestro, Avemaría y Gloria.


Bendita y alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén.


Oremos: Señor Jesucristo, tú nos has concedido acompañarte, con María tu Madre, en los misterios de tu pasión, muerte y sepultura, para que te acompañemos también en tu resurrección; concédenos caminar contigo por los nuevos caminos del amor y de la paz que nos has enseñado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén


lunes, 24 de noviembre de 2008

PARTES DE LA SANTA MISA Y LAS POSTURAS QUE SE DEBEN EN ELLA

La Misa, partes en que se divide

Es muy importante conocer las partes de la misa para vivirla como Dios quiere.

Las indicaciones que siguen corresponden a la Ordenación del Misal Romano.

Las letras indican la posición que deben asumir los fieles ( P: parados; S: sentados; R: arrodillados)

1. RITOS INICIALES

Entrada

(P)Mientras entra el sacerdote comienza el canto de entrada. El fin de este canto es abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus pensamientos a la contemplación del misterio litúrgico o de la fiesta.Saludo al altar y pueblo congregado

(P)Cuando llega, el sacerdote besa el altar. Terminando el canto de entrada, el sacerdote y la asamblea hacen la señal de la cruz . A continuación el sacerdote, por medio del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor.Terminado el saludo, el sacerdote o el monitor puede hacer a los fieles una brevísima introducción sobre la misa del día.Después el sacerdote invita al Acto penitencial, que se realiza cuando toda la comunidad hace su confesión general termina con la conclusión del sacerdote.Señor, ten piedad

(P)Después del acto penitencial, se empieza el “Señor, ten piedad”, a no ser que éste haya formado ya parte del mismo acto penitencial. Si no se canta el “Señor, ten piedad”, al menos se recita.Gloria

(P)Este es un antiquísimo y venerable himno con que la iglesia, congregada en el Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero , y le presenta sus súplicas. Si no se canta, al menos lo han de recitar todos, o juntos o alternadamente.Oración colecta

(P)El sacerdote invita al pueblo a orar; y todos, a una con el sacerdote, permanecen un rato en silencio. Luego, el sacerdote lee la oración que expresa la índole de la celebración; el pueblo la hace suya diciendo amen.


2. LITURGIA DE LA PALABRA

La Eucaristía es sacramento de toda la vida de Jesús. Mediante las Lecturas bíblicas nos acercamos a ella:


La primera lectura.

(S) Se toma del Antiguo Testamento y nos sirve para entender muchas de las cosas que hizo Jesús.
Salmo Responsorial.

(S) Formando parte de la misma Liturgia de la Palabra tenemos los Cantos interleccionalesDespués de la 1º Lectura, sigue un Salmo Responsorial , que se toma del Leccionario. El salmista o cantor del salmo, desde el ambón o desde otro sitio oportuno, proclama las estrofas del salmo, mientras toda asamblea escucha è y además participa con su respuesta.


La segunda lectura.

(S)Se toma del Nuevo Testamento, ya sea de los Hechos de los Apóstoles o de las cartas que escribieron los primeros apóstoles. Esta segunda lectura nos sirve para conocer cómo vivían los primeros cristianos y cómo explicaban a los demás las enseñanzas de Jesús. Esto nos ayuda a conocer y entender mejor lo que Jésus nos enseñó. También nos ayuda a entender mucas tradiciones de la Iglesia. Después de la segunda lectura se canta el Aleluya, que es un canto alegre que recuerda la Resurrección u otro canto según las exigencias del tiempo litúrgico .


El Evangelio.

(P) Se toma de alguno de los cuatro Evangelios de acuerdo al cíclo litúrgico y narra una pequeña parte de la vida o las enseñanzas de Jesús. Es aquí donde podemos conocer cómo era Jesús, qué sentía, qué hacía, cómo enseñaba, qué nos quiere transmitir. Esta lectura la hace el sacerdote o el diácono.

Homilía

(S)Conviene que sea una explicación de las Lecturas, o de otro texto del Ordinario, o del Propio de la Misa del día, teniendo siempre el misterio que se celebra y las particulares necesidades de los oyentes.Profesión de fe

(P)Con el Símbolo o Credo el Pueblo da su asentamiento y respuesta a la Palabra de Dios proclamada en las Lecturas y en Homilía, y trae su memoria, antes de empezar la celebración eucarística, la norma de su fe.Oración universal

(P)En la oración universal u oración de los fieles, el Pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres(Papa, Iglesia, Estado, necesidades....).La asamblea expresa su súplica o con una invocación común, que se pronuncia después de cada intención, o con una oración en silencio.

3. LITURGIA EUCARÍSTICA

Preparación de los dones

(S)Al comienzo de la Liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en el cuerpo y en la Sangre de Cristo: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. Acompaña a esta procesión el canto del ofertorio, que se alarga por los menos hasta que los dones han sido colocados sobre el altar.Plegaria eucarística

(P)Este el centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.Los principales elementos de que consta la Plegaría eucarística pueden distinguirse de esta manera:

a) Acción de gracias

(P)(que se expresa sobre todo en el Prefacio.

b) Santo:

(P) con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita las alabanzas a Dios.

c) Epíclesis

(R): con ella la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el poder divino para que los dones que han presentado los hombres queden consagradas, es decir, se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes la reciban.

d) Narración de la institución y consagración

(R): en ella, con las palabras y gestos de Cristo, se realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Es el momento más solemne de la Misa; en él ocurre el misterio de la transformación real del pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros para que podamos estar muy cerca de Él. Es un misterio de amor maravilloso que debemos contemplar con el mayor respeto y devoción. Debemos aprovechar ese momento para adorar a Dios en la Eucaristíae)

Anámnesis (R):

con ella la Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, recordando principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

f) Oblación(P):

la asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno de los participantes.

g) Intercesiones (P):

con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros, vivos y difuntos.

h) Doxología final (P):

en ella se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del pueblo.Rito de la comuniónYa que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. Significa "común unión". Al acercarnos a comungar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amora)

La oración dominical (P):

se pide el pan de cada día, con lo que también se alude, para los cristianos, el pan eucarístico, y se implora el perdón de los pecados. El embolismo, que desarrolla la última petición, pide para todos los fieles la liberación del poder del mal.

b) El rito de la paz (P):

con que los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.

c) El gesto de la fracción del pan:

(P) realizado por Cristo en la última Cena, en los tiempos apostólicos fue el sirvió para denominar la integra acción eucarística. Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla (P):

el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en le cáliz [originariamente era un trozo del pan consagrado en otra comunidad el domingo anterior: signo de comunión entre las diversas comunidades cristianas]

e) Mientras se hace la fracción del pan y la Inmixión, los cantores o un cantor cantan el Cordero de Dios:

Esta invocación puede repetirse cuantas veces sea necesario para acompañar la fracción del pan. La última vez se acompañará con las palabras danos la paz

.f) Preparación privada del sacerdote.

g) Luego, el Sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico.

h) Es muy de desear que los fieles participen del Cuerpo del Señor con pan consagrado en esa misma Misa. Comulgar es la mejor forma de participar del sacrificio que se celebra.

i) Mientras el sacerdote y los fieles reciben el Sacramento tiene lugar el canto de comunión, canto que debe expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de quienes comulgan, demostrar, al mismo tiempo, la alegría del corazón y hacer más fraternal la procesión de los que van avanzando para recibir el Cuerpo de Cristo. Si no hay canto, se reza la antífona propuesta por la Misal.

j) Terminada la distribución de la comunión, el sacerdote y los fieles, si juzgan oportuno, pueden orar un rato recogidos. Si se prefiere, puede también cantar toda la asamblea un himno, un salmo o algún otro canto de alabanza.

k) En la oración después de la comunión, el sacerdote ruega para que se obtengan los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación “Amén.”

4. RITO DE CONCLUSIÓN (P)

El rito final consta de saludo y bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

jueves, 13 de noviembre de 2008

ORACIONES BREVES PARA MEJOR MANTENERNOS EN LA PRESENCIA DE DIOS A LO LARGO DEL DÍA

Las jaculatorias son oraciones breves, encendidas de amor y de cariño, que dirigimos al Señor, a la Virgen Santísima y a los Santos, para mejor mantenermos en la presencia de Dios a lo largo del día.
A JESUCRISTO
V. Jesús manso y humilde de corazón,R. haz mi corazón semejante al tuyo.
V. Sagrado Corazón de Jesús,R. en Vos confío.
V. Sagrado Corazón de Jesús,R. perdónanos y se nuestro Rey.
V. Corazón de Jesús, R. que os ame y os haga amar.
V. Corazón divino de Jesús, R. convierte a los pecadores, salva a los moribundos, libra a las almas santas del purgatorio.
V. Dulce corazón de mí Jesús, R. haz que te ame siempre más y más.
V. Sagrado Corazón de Jesús, R. protege nuestras familias.
V. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado,R. el corazón amoroso de Jesús Sacramentado.
V. Sea por siempre bendito y adorado Cristo, Nuestro Señor Sacramentado,R. Nuestro Rey por los siglos de los siglos.
V. Alabemos y demos gracias en cada instante y momento,R. al Santísimo y Divinísimo Sacramento.
V. Acordémonos que estamos en la santa presencia de Dios,R. ¡Adorémosle!
V. ¡Viva Jesús en nuestros corazones!R. ¡por siempre!
V. ¡Viva Cristo Rey!R. ¡Viva!
V. Te adoramos ¡oh Criso!, y te bendecimos,R. porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V. Alabado sea Jesucristo. R. Por los siglos de los siglos. Amén.
V. Buen Jesús, amigo de los niños, R. bendecid a los niños de todo el mundo.
V. Buen Jesús, R. me uno a ti de todo corazón.
V. Dad, Señor, descanso eterno a las almas, R. y la luz perpetua luzca para ellas.
V. El Señor es mi pastor, R. nada me puede faltar.
V. Jesús, manso y humilde de corazón, R. haz nuestro corazón semejante al vuestro.
V. Por ti, Jesús, vivo; por ti, Jesús, muero; R. tuyo soy, Jesús, en vida y en muerte, amén.
V. Señor, auméntanos la fe.
V. Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo.
V. Creo, Señor, pero ayuda mi incredulidad.
V. Jesús Dios mío, os amo sobre todas las cosas.
V. Jesús, mio, ten misericordia de mi.
V. Tuyo soy, para Ti nací, R. ¿qué quieres Jesús de mí?
Al ESPÍRITU SANTO
V. Espíritu Santo fuente de luz,R. ¡iluminanos!
V. Espíritu Santo fuente de sabiduría,R. guíanos.
V. Espíritu Santo fuente de amor,R. llénanos.
V. Espíritu Santo, dulce huésped de mi alma, R. permaneced en mí, y que yo permanezca siempre en ti.
V. Espíritu Santo, dulce huésped de mi alma, R. permaneced en mí, y que yo permanezca siempre en ti.A JESÚS, JOSÉ Y MARÍA
V. Jesús, José y María,R. os doy el corazón y el alma mía.
V. Jesús, José y María,R. asistidme en mi última agonía.
V. Jesús, José y María,R. en Vos descanse en paz el alma mía.
A LA VIRGEN MARÍA
V. Ave María Purísima,R. sin pecado concebida.
V. Dulce Crazón de María,R. sed la salvación del alma mía.
V. María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia,R. en la vida y en la muerte ampáranos gran Señora.
V. Santa María de GuadalupeR. ruega por nosotros.
V. Santa María de Guadalupe, R. Salva a nuestra patria y conserva nuestra fe.
V. Santa María del buen camino,R. haz que lleguemos sanos y salvos a nuestro destino.
V. Por tu limpia concepción, ¡oh Soberana Princesa! R. una muy grande pureza te pedimos de corazón.
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios,R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.V. Inmaculada reina de la paz, R. ruega por nosotros.
V. Madre de amor, de dolor y misericordia, R. ruega por nosotros.
V. Oh María sin pecado concebida, R. ruega por nosotros que recurrimos a ti.
V. Virgen, Madre de Dios, María, R. rogad a Jesús por mi.
V. Corazón dulcísimo de María, R. prepáranos un camino seguro.
V. Dulce Corazón de María, R. sed la salvación mía.
V. Purísimo Corazón de María, virgen santísima, R. alcánzanos de Jesús la pureza y la humildad de corazón.
A SAN JOSÉ, LOS SANTOS, ÁNGELES Y VARIAS
V. Patriarca San José,R. ruega por nosotros.
V. San José mi padre y señor,R. enseñame a querer más cada día a Jesús y María.
V. Haced, San José, que vivamos una vida inocente R. y esté siempre asegurada bajo vuestro patrocinio.
V. Santos y Mártires de Cristo Rey,R. rueguen por nosotros.
V. Santísima Trinidad, un solo Dios; creo en ti; espero en ti, os amo y os adoro; R. ten piedad de mí, ahora y en la hora de mi muerte, y salvadme.
V. Haced, San José, que vivamos una vida inocente R. y esté siempre asegurada bajo vuestro patrocinio.

lunes, 3 de noviembre de 2008

ELEMENTOS LITURGICOS




Vestiduras Litúrgicas

Alba: túnica blanca que cubre el cuerpo desde el cuello a los tobillos.

Cíngulo: Cordón blanco destinado a sujetar el alba por la cintura.

Estola: Banda larga de tela del color correspondiente al oficio que se celebra. El obispo y el presbítero se la colocan sobre los hombros y espalda, de modo que cae por delante en dos bandas paralelas. El diácono la viste en forma cruzada, sobre el hombro izquierdo y sujetas las dos puntas en el costado derecho.

Casulla: es una especie de poncho que se utiliza encima del alba y la estola, utilizada por el obispo y los presbíteros.

Paño humeral: paño de forma rectangular que el presbítero se coloca sobre la espalda tomando con los extremos la custodia en las procesiones con el santísimo y adoraciones.

Capa pluvial: capa que se utiliza en celebraciones especiales.

Vasos sagrados y accesorios

Cáliz: copa en la que se pone el vino que luego será Sangre de Cristo.

Patena: plato en el que se colocan las hostias durante la Misa.

Copón: recipiente destinado a colocar las hostias cuando se utilizan en gran número.

Corporal: lienzo cuadrado que se extiende en el centro del altar y sobre el cual se depositan el cáliz y la patena o el copón.

Purificador: Pequeño paño blanco para limpiar el cáliz, la patena y el copón.

Palia: paño almidonado para tapar el cáliz y la patena.

Ostensorio o custodia: elemento en el cual se pone la hostia consagrada para ser expuesta a la adoración de los fieles.

Viril: Elemento de sostén para la hostia dentro de la custodia.

Manutergio: pequeño paño donde el presbítero se seca las manos luego de lavárselas.
Crismeras: Vasos donde se colocan los santos óleos: de los catecúmenos, de los enfermos (Bautismo y unción de los enfermos) y Santo crisma (perfumado, para Bautismo, Confirmación y Orden Sagrado).

Vinajeras: recipientes para el vino y el agua para la Misa.

Acetre: recipiente para el agua de las bendiciones.

Hisopo: Similar a una bombilla de mate (puede utilizarse una ramita) se utiliza con el acetre donde recibe el agua que será asperjada (salpicada).

Incensario o turíbulo: Recipiente donde se colocan brasas e incienso.

Naveta: recipiente donde se guarda el incienso.

Luminaria: Es una lamparita, vela o lámpara de aceite (también eléctrica) que debe arder continuamente junto al sagrario, para recordar que JesuCristo está sacramentalmente allí y significa el amor vigilante de Dios.
Libros litúrgicos
Misal: Contiene el texto utilizado por el presidente.

Leccionario: Libro con las lecturas bíblicas para la Misa.

Libro del Salmista: contine los salmos responsoriales.

Cantatorio: Contiene los cantos de la Misa. Originalmente se trataba de cantos en latín y música en gregoriano. Los cantos deben estar autorizados por las Conferencias Episcopales. En la actualidad han sido reemplazados por los cancioneros.

Rituales: Contiene el desarrollo de los sacramentos.

Liturgia de las Horas (Breviario): contiene la celebración de la oración del las distintas horas litúrgicas del día, las cuales no son propias de los sacerdotes, sino de todos los fieles.
Calendario litúrgico: Contiene un calendario de la organización de las celebraciones litúrgicas durante todo el año.
Símbolos Episcopales

La Mitra: Gorro compuesto por dos secciones triangulares rígidas unidas entre sí por un doblez; de la cara posterior penden dos cintas llamadas ínfulas. Ornamenta así su cabeza para significar que representa a Aquel que es Cabeza del pueblo de Dios.

El Báculo: (palo o cayado donde apoyarse) Es un bastón largo, que recuerda que el obispo es el pastor de la diócesis, imagen del Buen Pastor, JesuCristo.

El Anillo: Signo de la fidelidad y del amor del obispo a la Iglesia.

La Cruz Pectoral: Es una cruz que cuelga sobre el pecho mediante una cadena alrededor del cuello

Solideo: (a Dios solo; porque se quita solo ante el Santísimo). Casquete, generalmente de seda que pueden usar los sacerdotes (solideo negro), usan los obispos (solideo Morado), Los Cardenales (Solideo Purpura) y el Papa (Solideo Blanco)

El Palio: Pequeña estola de lana blanca con seis cruces negras a su alrededor que reposa sobre los hombros de los arzobispos y que es signo de su autoridad y de su comunión con la sede de Roma, se pone sobre la casulla.

COMO ARMAR UN GUION DE MISA




Estructura General:

1- ENTRADA
2- PRIMERA LECTURA
3- SEGUNDA LECTURA
4- EVANGELIO
5-ORACION DEL PUEBLO
6- OFERTORIO
7- COMUNION
8- DESPEDIDA

ENTRADA
Aquí se coloca la monición de acogida previa a la recepción del celebrante hacia el altar. Se introduce a los fieles al tema central de la Misa y alo que la Iglesia celebra si es así es, dándoles unas palabras que sean síntesis de lo que la Iglesia y la Palabra nos quieren decir para la ocación.

PRIMERA LECTURA
Aquí el guionista debe decir en pocas palabras lo que la lectura nos quiere expresar y exhortar a los fieles que la escuchan.

SEGUNDA LECTURA
Debe también aquí el guionista expresar lo que dice la lectura y si lo cree prudente mencionar al escritor de la misma.

EVANGELIO
El guionista debe mencionar lo que el Evangelio de la Fecha nos indica en pocas palabras junto a la exhortación de ponerse de pie para escuchar la Palabra del Señor.

ORACIÓN DEL PUEBLO
Aquí el guionista debe exhortar al pueblo a orar haciendo una antífona paar que repitan después de las intenciones. Estas deben pedir por la Iglesia jerárquica, luego por los gobernantes y dos más indicando necesidades de la comunidad. Por lo menos deben ser cuatro y se debe estar atento a si la Iglesia ora ese día por algo especial para incluirlas.

OFERTORIO
Se invita a depositar junto a las ofrendas del pan y del vino la vida cristiana y nuestros donativos materiales con una pequeña monición.

COMUNIÓN
Se invita a todos los fieles a acercarse a colulgar con una breve monición y se llama también si la celebración lo permite a acompañar con cantos.

DESPEDIDA
En esta parte final, el guionista espera que el sacerdote concluya con la Misa (por tradición) y se acostumbra darle lugar a Maria en esta parte conclusiva. También se invita a depedir al celebrante cantando (salvo las excepciones de Celebraciones especiales como viernes santo en el que se omite el canto).

miércoles, 18 de junio de 2008

EN DONDE SE DEBE HACER ORACION



Elegir adecuadamente el lugar para hacer la oración puede determinar un mayor avance en la vida espiritual.



San Juan Crisóstomo decía que "Orar es siempre posible. (...)

“Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo, o incluso haciendo la cocina.”


Como la oración es un acto de la razón y Dios es omnipresente, podemos hacerla en cualquier lugar y en cualquier momento sin embargo hay lugares en los que la paz necesaria para comunicarse adecuadamente con Dios facilitan y hasta propician la oración.Sin duda, el mejor lugar para hacer oración es frente al Santísimo Sacramento, pues ahí está Jesús Sacramentado quien nos ve y nos oye verdaderamente. El mismo Jesús que descansaba en Betsaida, a quien tocaban los enfermos esperando su curación, al que crucificaron en el Calvario y quien resucitó al tercer día está oculto en un pedacito de Pan. Ahí está verdaderamente Jesucristo. Por lo tanto, no hay un lugar mejor para hacer la oración que estando frente al Sagrario. Como no siempre es facil acudir a un oratorio, una capilla o una parroquia en donde esté Jesús Sacramentado podemos hacer nuestra oración en un lugar que nos permita un mínimo de privacía.


Nuestra casa, en una habitación puede ser el lugar ideal para hacer oración.Siempre es buena idea que donde hagamos nuestra oración tengamos a la mano las Sagradas Escrituras (los Salmos son una fuente excepcional para la oración) o los textos del Evangelio. Un libro espiritual puede ayudarnos, además, a meditar y sobre lo leído conversar con Dios en nuestra oración. Entre los muchos libros espirituales que siempre vale la pena tener para alimentar nuestra oración está el clásico "Imitación de Cristo" de Tomás de Kempis.


Un libro excepcional es "Orar con Juan Pablo II". Santa Teresa de Jesús nunca iba a la oración sin un libro que le ayudara cuando tenía dificultades.También es útil tener en nuestro "rincón de oración" una imagen que puede ser un crucifijo o una pintura de la Santísima Virgen o de algún santo. El Catecismo nos orienta en este sentido diciéndonos que "Las imágenes sagradas, presentes en nuestras iglesias y en nuestras casas, están destinadas a despertar y alimentar nuestra fe en el Misterio de Cristo. A través del icono de Cristo y de sus obras de salvación, es a El a quien adoramos. A través de las sagradas imágenes de la Santísima Madre de Dios, de los ángeles y de los santos, veneramos a quienes en ellas son representados." (CEC 1192)


Con toda confianza, como católicos, podemos tener en casa imágenes piadosas que nos ayuden en la oración pues "...Siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros santos Padres y la tradición de la Iglesia católica [pues reconocemos ser del Espíritu Santo que habita en ella], definimos con toda exactitud y cuidado que las venerables y santas imágenes, como también la imagen de la preciosa y vivificante cruz, tanto las pintadas como las de mosaico u otra materia conveniente, se expongan en las santas iglesias de Dios, en los vasos sagrados y ornamentos, en las paredes y en cuadros, en las casas y en los caminos: tanto las imágenes de nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo, como las de nuestra Señora inmaculada la santa Madre de Dios, de los santos ángeles y de todos los santos y justos. [Concilio de Nicea II]" (CEC 1161)Con lo anteriormente explicado, podremos entender mejor en dónde podemos hacer nuestra oración:"La iglesia, casa de Dios, es el lugar propio de la oración litúrgica de la comunidad parroquial. Es también el lugar privilegiado para la adoración de la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. La elección de un lugar favorable no es indiferente para la verdad de la oración:- para la oración personal, el lugar favorable puede ser un "rincón de oración", con las Sagradas Escrituras e imágenes, a fin de estar "en lo secreto" ante nuestro Padre.


En una familia cristiana este tipo de pequeño oratorio favorece la oración en común;- en las regiones en que existen monasterios, una misión de estas comunidades es favorecer la participación de los fieles en la Oración de las Horas y permitir la soledad necesaria para una oración personal más intensa;- las peregrinaciones evocan nuestro caminar por la tierra hacia el cielo. Son tradicionalmente tiempos fuertes de renovación de la oración. Los santuarios son, para los peregrinos en busca de fuentes vivas, lugares excepcionales para vivir en comunión con la Iglesia las formas de la oración cristiana." (CEC 2691)